La Directora de CENDHY y del Proyecto Anillo ACT240058, Dra. María Paz Ocaranza, y el colaborador nacional de CENDHY, Dr. Sergio Lavandero, colaboraron en un innovador estudio que podría mejorar a futuro el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.
Según la Federación Mundial del Corazón, cada año se producen cerca de 20,5 millones de muertes por enfermedad cardiovascular en el mundo. Esta organización estima que el 33% del total de muertes en el mundo se deben a enfermedades del corazón.
Ahora, un estudio colaborativo multidisciplinario que incluyó a investigadores de las Facultades de Ciencias, Químicas y Farmacéuticas y de Medicina de la Universidad de Chile (UCH), así como de la Universidad Católica de Chile (PUC), realizó un crucial hallazgo en la lucha contra estas enfermedades.
La investigación colaborativa, publicada en la reconocida revista científica Circulation de la American Heart Association, se centró en el sistema renina-angiotensina (RAS), que regula la presión arterial y el funcionamiento del corazón. El equipo descubrió un péptido llamado angiotensina-(1-9) [Ang-(1-9)], que contrarresta los efectos nocivos de la angiotensina II, responsable del estrechamiento de los vasos sanguíneos y el aumento de la presión arterial.
Este descubrimiento fue el resultado de más de dos décadas de trabajo colaborativo por parte de científicos del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (ACCDIS). Sin embargo, una de las principales limitaciones era la rápida degradación de la Ang-(1-9), lo que complicaba su aplicabilidad terapéutica. La Directora de CENDHY y del Proyecto Anillo ACT240058, Dra. María Paz Ocaranza, también investigadora de la PUC, explica que este péptido es crucial para prevenir la hipertrofia cardíaca y reducir la presión arterial.
En respuesta a este desafío, los equipos de investigación de la UCH y la PUC desarrollaron una versión modificada de Ang-(1-9), conocida como retroenantiómero Ang-(1-9) [RE-Ang-(1-9)]. Esta nueva molécula fue diseñada para ser más estable en el cuerpo humano, aumentando así su potencial terapéutico. “A diferencia del Ang-(1-9), el RE-Ang-(1-9) muestra una mayor estabilidad bajo condiciones biológicas”, destaca la doctora Ocaranza.
El diseño del retroenantiómero Ang-(1-9) se basó en la sustitución de los aminoácidos de la serie L por su versión D, lo que evita su degradación en el organismo. Este innovador enfoque fue liderado por los doctores Marcelo Kogan y el colaborador nacional de CENDHY, Sergio Lavandero (UCH), quien señala que el descubrimiento podría ofrecer un tratamiento más eficaz y seguro contra la hipertensión y el daño cardiovascular asociado.
Los resultados experimentales han demostrado que el RE-Ang-(1-9) mantiene sus propiedades terapéuticas y logra interactuar de manera efectiva con el receptor AT2R, una de las claves para su eficacia. Este hallazgo fue corroborado por modelamiento molecular y estudios de resonancia de plasmón de superficie, realizados por equipos de Chile y Estados Unidos.
“El retroenantiómero Ang-(1-9) representa un avance importante en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares, al ser más estable y seguro que su versión natural”, afirma el doctor Kogan. Este nuevo tratamiento podría superar las limitaciones de las terapias actuales, que a menudo presentan efectos secundarios.
¿Qué ventajas ofrece el Ang-(1-9) RE para la salud de las personas?
El sistema renina-angiotensina (RAS) es clave en la regulación de la presión arterial y la salud cardiovascular. Según el Dr. Lavandero, el RAS es activado por la angiotensina II, un péptido que provoca la contracción de los vasos sanguíneos y el aumento transitorio de la presión arterial. Sin embargo, cuando este sistema se desregula crónicamente, puede causar hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares. Aunque los tratamientos actuales, como el enalapril y el candesartán, buscan bloquear la acción de la angiotensina II, su efectividad es limitada.
La Dra. María Paz Ocaranza, señala que los tratamientos disponibles solo logran reducir en un 50% el daño cardiovascular asociado a la hipertensión. Esta brecha terapéutica evidencia la necesidad de desarrollar alternativas más eficaces que no solo controlen la presión arterial, sino que también prevengan el daño a largo plazo en el corazón y los vasos sanguíneos.
Por lo que el retroenantiómero Ang-(1-9) [RE-Ang-(1-9)] aparece como una solución prometedora. Según la Dra. Ocaranza, esta molécula ofrece una mayor estabilidad y eficacia que los tratamientos convencionales, lo que podría cerrar la distancia entre los actuales enfoques y los resultados clínicos óptimos. Además, al presentar menos efectos secundarios, podría mejorar la adherencia de los pacientes al tratamiento.
El Dr. Kogan destaca que el RE-Ang-(1-9) no solo reduce la presión arterial de manera efectiva, sino que también tiene la capacidad de regenerar los daños ocasionados por la hipertensión en los tejidos, algo que los tratamientos actuales no pueden lograr. Este enfoque innovador podría cambiar el panorama de la lucha contra las enfermedades cardiovasculares.
Una de las principales ventajas del RE-Ang-(1-9) es su mayor estabilidad en el organismo, lo que lo hace más eficiente que la molécula natural Ang-(1-9). Esto no solo incrementa su capacidad para tratar la hipertensión, sino también para prevenir complicaciones graves como el infarto de miocardio y la insuficiencia cardíaca.
El impacto de este descubrimiento en la salud pública podría ser significativo. El Dr. Kogan señala que el RE-Ang-(1-9) no solo mejoraría el tratamiento de la hipertensión, sino que también podría reducir las complicaciones cardiovasculares a nivel poblacional, mejorando la calidad de vida de los pacientes y aliviando la carga sobre el sistema de salud.
Este avance científico representa una nueva estrategia en la lucha contra la hipertensión arterial, ofreciendo una solución más eficaz y segura que los tratamientos actuales, con el potencial de cambiar el enfoque del tratamiento cardiovascular en el país.
¿Cuándo podría usarse como tratamiento para las enfermedades cardiovasculares?
El Dr. Kogan, explicó que, aunque este avance científico es un logro significativo, aún se encuentra en una fase inicial.
Para su posible aplicación clínica, primero se requerirá realizar diversos estudios en animales mayores y evaluar efectividad y toxicidad. También, agregó que este proceso es largo y para llegar a su aplicación clínica se necesita de un importante financiamiento para llegar a la fase en pacientes, concluyó.
Un reciente estudio científico ha demostrado que en Chile existe un sólido talento para llevar a cabo investigaciones de frontera, enfocadas en resolver problemas relevantes de salud pública, como las enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de mortalidad tanto en el país como en el mundo.
La colaboración internacional también fue clave, con el apoyo de investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, la Universidad Andrés Bello, y del Instituto de Ciencia y Tecnología de Barcelona (España), Monash University (Australia), University of Texas Medica Branch (Galveston, USA) y de la University of Texas Medical Center (Dallas, USA), quienes lograron superar un riguroso proceso de evaluación de cinco revisiones a lo largo de dos años.
Esta nota fue originalmente publicada en La Tercera
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